Quiere asumir el timón de un banquillo tras ocho años junto al entrenador del Atlético, al que hoy sustituirá por sanción
Esta noche, la grada del Metropolitano volverá a ver a Germán Burgos (Mar del Plata, 1969) dando órdenes desde la banda y a Diego Simeone, desgañitándose y tratando de golpear el balón desde uno de los palcos. La situación no es nueva para ninguno de los dos. El entusiasmo y los excesos (verbales y no verbales) del Cholo le han permitido al segundo técnico rojiblanco llevar la batuta en casi una veintena de partidos desde que ambos aterrizaran de la mano en el Atlético, en diciembre de 2011. Aún podría haber sido alguno más, de no haber prescrito los ocho partidos de castigo a Simeone tras la vuelta de la Supercopa 2014: dio dos collejas al cuarto árbitro y protestó y aplaudió, a partes iguales, a Fernández Borbalán.
Sin embargo, ésta puede ser la última vez que Burgos haga el quite a su compatriota. Todo dependerá del ímpetu de Simeone de aquí a junio, claro. El caso es que Germán cumplirá 51 años en abril y, tras casi nueve como segundo de su amigo (algo más de ocho en el Atlético y otros cinco meses -18 partidos- en el Catania italiano), ronda por su cabeza la idea de liderar un banquillo.
El pensamiento no es nuevo, sólo que esta vez tiene más fuerza. Hace justo un año, tras ponerse en manos de la agencia de representación Bahía Internacional (la misma que lleva a Vitolo o Fernando Torres), no apareció en la foto de renovación de Simeone hasta 2022. Aunque no era la primera vez. Sus anteriores ampliaciones ya las había negociado por su cuenta, tras prescindir de los servicios de Natalia Simeone, hermana y representante del Cholo, que había gestionado sus primeros tiempos en el club rojiblanco.